Esperando a que mi padre me traiga el matutino café de los domingos, me he puesto a recordar un estupendo día de barbacoa:
El día estaba claro y yo todavía tenia alguna gana de dormir, pues Marta me había despertado para pedirme que fuera con ella a una barbacoa en el trabajo del padre. Comimos, nos hicimos un reportaje fotográfico, planeamos alguna que otra escapada para fumar a escondidas... lo típico que pueden hacer dos personas en una barbacoa para no aburrirse. Pero el lugar tenía algo especial.
La barbacoa era en Siloé, un centro donde cuidan a los enfermos de Sida y lo sorprendente es que no era un lugar donde predominase la tristeza, supongo que sería porque las alegría y las ganas de vivir que derrochaban los cuidadores, el tener un destino marcado y la poca importancia que se le daba a ello cargaba a Siloé de un sentimiento muy singular. Lo que verdaderamente me conmovió ese día fue un gesto que tuvo Joaquín,el padre de Marta, con una anciana del centro.
Íbamos por el pasillo y Joaquín se percató de que una mujer mayor, que el por supuesto conocía, se había quedado dormida en una butaca... todo estaba en silencio, los invitados de la barbacoa ya casi se habían ido, los enfermos iban ya a meterse en sus habitaciones, y entre las rendijas de las ventanas de la habitación donde estaba la mujer pasaban los últimos rayos de sol del día... Joaquín mientras, se iba acercando con sigilo a la mujer para no despertarla. Cuando estuvo al lado de ella acercó su cara a la de la anciana y empezó a cantarle bajito una nana. La mujer despertó y cuando vio quién le estaba cantando, sacó la sonrisa más sincera y reconfortante que he visto hasta ahora. ¿Cómo una persona que lucha contra una enfermedad y que está al borde de la muerte es capaz de reírse de una manera tan natural y agradable?....
Fue el gesto más bonito que mis ojos me han dejado ver y que mi corazón a podido sentir.
Se me han saltado las lagrimas vale?
ResponderEliminarCreo que ha sido también,no el gesto mas bonito de toda mi vida, pero si el gesto mas bonito de mi padre,entre eso y lo de mi abuela...Creo que no puedo tener un padre mejor.
Gracias por actualizar (digámoslo así) sobre ese día y ese detalle en especial!
Yo fui a Siloé el año pasado por Navidad, una mujer en silla de ruedas tocó la pandereta mientras nosotros cantábamos villancicos, sus caras mirándonos alegres y acompañando nuestras desafinadas melodías eran la recompensa de todo lo que habíamos andado hasta llegar a la cima de Siloé.
ResponderEliminarPorque aunque allí no vaya Spiderman a cenar (recuerdo los platos colgados de las paredes) Nosotros fuimos a dar un poco de alegría y nos encontramos que la alegría la daban ellos.