sábado, 24 de abril de 2010

Miradas en la oscuridad

El ir y venir de cartas que mantuvimos Almudena, Rafa y yo durante un buen periodo de tiempo fue interrumpido por un comentario...

El día había amanecido con un sol radiante reinando los cielos y llenándolo todo de luz. Apetecía estar en la calle. Como era de esperar, salimos temprano a la calle. Aprovechamos el día porque era el día lo que nos pedía. Una vez entrada la noche, algunos se marcharon a su casa a dormir, el día había intenso y los cuerpos necesitaban descansar, pero no todos se fueron. Tres personas quedamos disfrutando de la agradable brisa corría en la calle. Ningún jersey que tapara los brazos...aire y piel.
Almu y yo lo miramos un poco extrañados. Viendo que la hora de recogida se nos echaba encima, el muchacho rubio, de ojos claros y nariz protuberante, Rafa dejó de barajar las cartas y lanzó la idea.... y buenos argumentos dio para convencernos. El recogimiento de la noche paró las horas del reloj, habíamos entrado...

Oscuridad interrumpida por la débil luz de un farol. Silencio acompañado de calma. La otra plazoleta, con su aspecto tétrico y abandonado estaba siendo pisada después de mucho tiempo. Estaba vieja y desaliñada. Nadie había cortado esos arbustos, la naturaleza que allí encontramos, estaba desbocada. Los arbustos se abalanzaban sobre el estrecho ahora camino de piedras. El gran árbol que dejaba caer sus frondosas hojas en verano, estaba ahora seco. Las grandes ramas que se curvaban en la copa, llegaban al suelo. Cuando rompías una, crujía. Todo parecía estar muerto y lo que no daba esa apariencia, estaba sin control, a uno de los bancos incluso, le faltaban todas las maderas de lo que es el sitio para sentarse y en su lugar un arbusto se había colado entre lo que quedaba. Como os digo, todo muy tenebroso.

Nos sentamos en el banco que mejor estado tenía hasta ese momento en el que nos sentamos. Cuando fuimos a apoyar la espalda , el banco crujió. Nos separamos de él de momento pero parecía que todavía podía aguantar. Si crujió una vez, puede crujir otra- pensé- pero nos apoyamos de nuevo y se rompió por un lado. Dejamos la parte rota detrás del banco e inmediatamente, Almudena nos dijo que había alguien dentro de la plazoleta. En ese momento nos callamos, no queríamos que nos dijeran que saliéramos de allí. Nos quedamos mirando desde lejos qué hacía el hombre. No se había percatado de que estuviéramos sentados en el banco. Rodeó la parte del césped con mucho cuidado, muy lentamente... Se puso cerca de una ventana que había cerca del suelo. Sin quitarle ojo, Almudena dijo- ¿estáis viendo lo mismo que yo?- No nos lo podíamos creer, el hombre estaba escalando por la ventana al piso primero. La ventana del piso primero estaba echada, pero en la casa había luz. El hombre pegó la cabeza para ver mejor y se puso a espiar  Atónitos y en silencio mirábamos cómo humeaba pero de repente la parte que no se había roto del banco, cayó al suelo y chocó contra la piedra. Velozmente miramos al hombre para ver su reacción ante el inesperado ruido.

Bajó igual que había subido y desde la esquina se pudo a mirar en la dirección que apuntaba hacía nosotros. Sin parpadear nos quedamos petrificados, el corazón se aceleró. Después de segundos de tensión, volvió a subir y miró un poco más. Pero cuando se fue tuvo que pasar por en frente de dónde estábamos nosotros. No muy lejos pero lo suficiente como para percatarse de que estábamos ahí y sabíamos lo que había hecho. Efectivamente, cuando decidió irse cogió por el camino previsto y notó nuestra presencia. Nos miró unos segundos larguísimos y desapareció igual que había aparecido. Y tan sorprendidos como alucinados como impactados, salimos de la plazoleta. Para los ojos de todo el mundo no había pasado nada. Pero esa noche alguien fue espiado en su casa...

jueves, 22 de abril de 2010

Mojados

De nuevo la lluvia toma protagonismo en mi vida. Quizás protagonista no es la palabra más adecuada, tampoco voy a darle a la lluvia el eje fundamental de mi vida. Pero sí me hace vivir momentos que merecen la pena contar aquí. Los días de lluvia, por ejemplo, un sentimiento cualquiera puede agudizarse o menguar, según cual sea. Dan al día el ambiente adecuado para acudir al lago donde tenemos ahogados los recuerdos que merecen ser ahogados. En definitiva... tienen algo.
Recuerdo ya mi experiencia mojada. Pero no la voy a contar de nuevo.Hoy por hoy prefiero innovar ( no como hace últimamente el cine, que te echa películas que sabes perfectamente cómo van a acabar. La típica historia pero con un lavado de cara)

Pues esto que os voy a contar me vino a suceder el domingo.
Estábamos Marta y yo en la plazoleta jugando a "pared". El juego consistía en darle a un balón de manera que rebotara contra la pared e ir turnándonos. Lo reconozco, el nombre no es de lo más original, pero ese le pusieron. Debido a que a Marta y ami nunca nos ha gustado el fútbol, nuestra habilidad para golpear el balón es pésima y como consecuencia de ello, lo embarcamos.
Esperando pacientemente a que se nos ocurriera una idea para poder rescatar el balón, comenzó a llover débilmente. Como la lluvia era apenas apreciable, no corrimos a resguardarnos, hasta que se me ocurrió la fabulosa idea de ... - ¿por qué no nos quedamos bajo la lluvia?- A medida que decía la frase los ojos de Marta se "aplataban". La emoción del momento le hizo decir que sí, sin pensárselo (joder, vamos a cumplir los dos 17 años... ¿por qué no empaparnos enteros sin ningún motivo aparente?... sin ofender, por supuesto, a personas mayores, a las cuales recomiendo que lo hagan cuando les apetezcan y tengan la oportunidad)
Pues así hicimos. La lluvia empezó a ser más abundante y como el que huye de un psicópata, pasamos un pequeño techo y llegamos a una explanada.
Rebosantes de júbilo y alegría, cantamos y bailamos en la soledad de la plazoleta ante la persistente caída del agua. En ese momento dos niños pequeños, salieron de uno de los portales y corrieron a resguardarse de la lluvia. Desde lejos, nos miraban impresionado. Sus miradas para nada nos avergonzaron, al contrario, más fuerte cantábamos y más estrepitosamente reíamos. El desenfreno nos envolvía por completo. La adrenalina estaba alcanzando su límite.
El verano está próximo, y con él, los días de lluvias se harán cada vez más intermitentes. De alguna manera había que aprovechar esa semi-cálida lluvia primaveral.


Cosas para recordar

lunes, 19 de abril de 2010

Verifique la palabra

Un día estaba dándome una vuelta por el blog de Laura, creo recordar que era Desvelos a media noche  y leí una maravillosa entrada dedicada a una persona muy especial para ellaa. Como siempre, los sentimientos se desbocan y se derrama en las teclas del ordenador. Cuál fue mi sorpresa cuando me dispuse a escribirle un comentario diciéndole lo que me había gustado y me tocó verificar la palabra. Me quedé perplejo pero no cabía duda, aun así me acerqué a la pantalla y leí la palabra mas detenidamente. Estaba seguro... PUTIS. Me lo pensé dos veces... Había comentado un hermoso texto y me tocaba poner para mandarlo PUTIS, pues ¿qué quieres que te diga? no me parecía bien. Pero total, si nadie lo iba a saber. Y pensé ¿por qué no lo van a saber? a uno no le sale una palabra así todos los días. En fin, os dejo la prueba de esta anécdota:

sábado, 17 de abril de 2010

La Primera (P.R)

Con las ilusiones puestas en que hoy me iba a levantar más tarde de lo normal, miro el reloj y veo que para nada ha sido así. Es raro porque antes no me solía levantar tan temprano, tampoco me gustaban los espárragos con mayonesa... Como siempre, uno tiene que acoplarse  a los cambios. Y aquí, ciertamente bastante bien acoplado, la maleta a medio abrir cerca de mi, papeles y papeles y papeles, un cojín que casi me imposibilita la movilidad del ratón y un peine... ¿un peine?. Pensaréis que un peine en la habitación de alguien es algo muy común, pero lo cierto es que debido a la forma de mi pelo, es imposible utilizar tal artilugio, lo tengo terminantemente prohibido. A no ser que miremos las cosas desde otra perspectiva, ¿extrañado?, veréis, me refiero a que en lugar de utilizar el peine como todo el mundo lo utiliza, utilizarlos al revés, es decir para enredar. Pero ¿Qué persona medianamente cuerda iba a darle tal utilidad?... pues yo:


De repente se presentó en mi plazoleta, mi queridísima amiga Laura y me dio la grata sorpresa de que iba a pasar el viernes aquí con nosotros. Como siempre el buen rollo, no faltó y tanto buen rollo, nos propuso a mi y Almudena una locura. Y en esta locura, entra en acción el peine y su inversa función. La proposición fue la de hacerle una rasta, la intentamos convencer de que nunca habíamos hecho una, pero dijo que se fiaba de nosotros y se ponía en nuestras manos. Y se puso... 
Nos colocamos de manera que yo estaba apoyado en la pared, arreglándole una de sus rastas a Almudena, y delante mía Almudena separaba el mechón que estaba próximo a convertirse en rasta. Comenzó a enredar el pelo, y parecía ir bien cuando se creo una especie de enredo que nada tenía que ver con una rasta. Tras eso, Almudena me paso la laboriosa función a mí. Cogí el peine y empecé a enredar primera la raíz. Cuando ya estaba algo enredada, lié unos cuantos pelos. Ya tenía el principio. Fue un momento muy entretenido...  mi primera rasta, es decir, elaborada por mi. Laura quedó muy satisfecha con el trabajo. 




Ayer, se extendió el Proyecto R...





Hoy le he ganado la batalla a la ignorancia, a la inconciencia, a la desidia, a la impotencia, a la verguenza del que no termina porque nunca empieza. Los Astlandticos - Mi primer día

miércoles, 14 de abril de 2010

Mordiendo huesecillos de limones

El tiempo ha sentenciado ya lo que para muchos es motivo de inspiración. La llama ardiente de tiempos pasados no es mas que rescoldo y cenizas que vuelan a merced de los vientos del olvido, enturbiando por momentos este cielo primavera.
Como la anciana que llora la muerte de quién ha sido su acompañante toda su vida, como la tribu que prepara el rito funerario de su máximo representante, yo, sin más pesar que el recuerdo, saboreo los últimos jugos que me ofrece un sentimiento, mas no es dulce su sabor. Demasiado tiempo bebiéndome su deliciosa y nociva esencia, atrapándome con cada sorbo, dejándome al margen la posibilidad de decir "no quiero beber". Así, el jugo con el que antes me deleitaba se tornó amargo y arenoso. Dentro de poco ya no habrá de qué beber y con resignación continuaré el camino. ¿Quién sabe qué me espera?... Mientras tanto, aquí estoy, mordiendo huesecillos de limones


Olvido

sábado, 10 de abril de 2010

De guay

De un momento a otro, alguien me habló por el tuenti chat. Y así, sin comerlo ni beberlo, ya tenía planes para el viernes. Después de un tiempo sin vernos, habíamos decidido quedar y charlar un rato. Hablamos y reímos mucho. Ha sido un día así de sorpresa. Y luego, el que tu madre te dejara dormir en mi casa, fue la caña, me encantó el momento ventana. Desgraciadamente Laura, no se puede contar todo en el blog, hay que dejar cosas sólo en el recuerdo. pero que sepas que nunca se me olvidará el día de ayer. Fue de risas todo el día y de un buen rollo impresionante. Me hacía bastante falta compartir con alguien estos momentos y con quién mejor que contigo. En fin, cualquiera que te conozca, sabe de lo que hablo. 

Eres especial

domingo, 4 de abril de 2010

Buen descanso

Sentado en el balcón de mi amiga Martha hago memoria de lo que ha sido esta Semana Santa. Después de acabar un precipitado día de Sábado de Pasión preparé la ropa y demás que tenía que llevarme y a las 17:00 de la tarde me encontraba en la puerta del colegio de Luis Vives esperando a mis compañeros de Domingo de Ramos para estar presente en el momento en el que la Cofradía del Transporte saliera de la Basílica de La Merced. Un brillante sol reinaba los cielos y el viento refrescaba las caras. La cruz de guía salió y todo el mundo empezó a acumularse...la salida era inminente. Se escuchan los ligeros pasos de los costaleros y la banda comienza a tocar, los aplausos comienzan a aflorar y llenan la plaza.

Durante toda la semana, me he visto rodeado de tradición y constancia. Muchos son los que esperan esta semana para echarse a las calles ataviados con la túnica de nazareno y recorrer en fila el camino hacia la Catedral para volverse de nuevo a su templo. Y es que la Semana Santa, apetece. Cada calle se impregna de los distinguidos olores de la primavera, bailando el incienso mientras con los vientos. La bambalinas de los palios resuenan cuando la marcha se hace más lenta, mientras más adelante una cuadrilla levanta el paso del señor y lo mece. La noche se empieza a acusar. En este momento la luz de cada cirio de cada penitente se hace más apreciable, pareciera ser la calle un río de fuego. Tanto como el fuego no, pero algún que otro grado más allí hace.  Por la mañana sientes el cansancio en los pies, sin embargo, te apetece volver a salir a la calle, volver a ver de nuevo lo mismo, sentir otra vez el olor a incienso, el del azahar y el jazmín. Pero todo lo que empieza tiene que acabar, y como tan intensa fue la sensación y tan buen sabor de boca dejó cada año, vuelven las ganas de lanzarte a la calle a ver lo que sólo una semana al año nuestros ojos tienen la oportunidad de ver.