lunes, 10 de octubre de 2011

Descubriendo

Este "maravilloso" mundo en el que vivimos está densamente poblado por seres humanos, cada uno de los cuales tiene su cabeza inmersa en infinidad de temas y preocupaciones. Pero a veces esas preocupaciones coinciden, y todo se habla y discute para tomar decisiones en lo que respecte. Estamos siendo constantemente bombardeados con información de lo que se cuece en la calle: los indignados intentan tomar Wall Street, el movimiento 15-M y sus exigencias, las protestas en el sector sanitario y educativo por los estrepitosos recortes del Gobierno. Pero ¿hasta qué punto tiene el ser humano que ver sus derechos violados para participar activamente en una manifestación del calibre de las mencionadas? Me lo pregunto por la sencilla razón de que aquí en Jerez se convocó el pasado jueves una manifestación con motivo de los recortes en educación. Nunca había ido a ninguna y el motivo que teníamos para protestar me parecía bastante bueno: nos están estamos aventurando poco a poco hacia la privatización de la educación, teniendo en cuenta ya las elevadas cuantías que se tiene que desembolsar para matricularse en la universidad. Pues bien, una vez allí, todos reunidos y pancartas en mano – unos sí y otros no – emprendimos la marcha a viva voz. Como ya digo unos sí y otros no, y yo era de los que no. No llegaba a sentir la motivación suficiente para quejarme a voces, y al poco de comenzar la manifestación salí del grupo y me alejé. Me sorprendió un poco esta reacción porque en realidad yo estaba conforme con lo que se pedía. Pero como tantas otras veces me ha pasado, no me ha importando tanto el qué sino el cómo, y creo que eso de ir quejándome por la calle de esa manera no va conmigo. También se me plantea la posibilidad de no ser verdaderamente consciente de lo que puede desencadenar estas reformas y por consiguiente tener disminuida la enajenación por semejante atropello. A todo esto se le suma el desconcierto que propicia tanta información. Parece ser que el exceso de información nos conduce, en cierto modo, a estar desinformados porque no podemos canalizarla. De cualquier manera pienso que fui coherente aún no estando todo lo informado que podría estar: lo desconocía, lo probé y no me gustó. Cuando piense que tengo que protestar por algo, ya sé cómo no tengo que hacerlo.