Con las ilusiones puestas en que hoy me iba a levantar más tarde de lo normal, miro el reloj y veo que para nada ha sido así. Es raro porque antes no me solía levantar tan temprano, tampoco me gustaban los espárragos con mayonesa... Como siempre, uno tiene que acoplarse a los cambios. Y aquí, ciertamente bastante bien acoplado, la maleta a medio abrir cerca de mi, papeles y papeles y papeles, un cojín que casi me imposibilita la movilidad del ratón y un peine... ¿un peine?. Pensaréis que un peine en la habitación de alguien es algo muy común, pero lo cierto es que debido a la forma de mi pelo, es imposible utilizar tal artilugio, lo tengo terminantemente prohibido. A no ser que miremos las cosas desde otra perspectiva, ¿extrañado?, veréis, me refiero a que en lugar de utilizar el peine como todo el mundo lo utiliza, utilizarlos al revés, es decir para enredar. Pero ¿Qué persona medianamente cuerda iba a darle tal utilidad?... pues yo:
De repente se presentó en mi plazoleta, mi queridísima amiga Laura y me dio la grata sorpresa de que iba a pasar el viernes aquí con nosotros. Como siempre el buen rollo, no faltó y tanto buen rollo, nos propuso a mi y Almudena una locura. Y en esta locura, entra en acción el peine y su inversa función. La proposición fue la de hacerle una rasta, la intentamos convencer de que nunca habíamos hecho una, pero dijo que se fiaba de nosotros y se ponía en nuestras manos. Y se puso...
Nos colocamos de manera que yo estaba apoyado en la pared, arreglándole una de sus rastas a Almudena, y delante mía Almudena separaba el mechón que estaba próximo a convertirse en rasta. Comenzó a enredar el pelo, y parecía ir bien cuando se creo una especie de enredo que nada tenía que ver con una rasta. Tras eso, Almudena me paso la laboriosa función a mí. Cogí el peine y empecé a enredar primera la raíz. Cuando ya estaba algo enredada, lié unos cuantos pelos. Ya tenía el principio. Fue un momento muy entretenido... mi primera rasta, es decir, elaborada por mi. Laura quedó muy satisfecha con el trabajo.
Ayer, se extendió el Proyecto R...
Hoy le he ganado la batalla a la ignorancia, a la inconciencia, a la desidia, a la impotencia, a la verguenza del que no termina porque nunca empieza. Los Astlandticos - Mi primer día
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