De repente se presentó en mi plazoleta, mi queridísima amiga Laura y me dio la grata sorpresa de que iba a pasar el viernes aquí con nosotros. Como siempre el buen rollo, no faltó y tanto buen rollo, nos propuso a mi y Almudena una locura. Y en esta locura, entra en acción el peine y su inversa función. La proposición fue la de hacerle una rasta, la intentamos convencer de que nunca habíamos hecho una, pero dijo que se fiaba de nosotros y se ponía en nuestras manos. Y se puso...
Nos colocamos de manera que yo estaba apoyado en la pared, arreglándole una de sus rastas a Almudena, y delante mía Almudena separaba el mechón que estaba próximo a convertirse en rasta. Comenzó a enredar el pelo, y parecía ir bien cuando se creo una especie de enredo que nada tenía que ver con una rasta. Tras eso, Almudena me paso la laboriosa función a mí. Cogí el peine y empecé a enredar primera la raíz. Cuando ya estaba algo enredada, lié unos cuantos pelos. Ya tenía el principio. Fue un momento muy entretenido... mi primera rasta, es decir, elaborada por mi. Laura quedó muy satisfecha con el trabajo.
Ayer, se extendió el Proyecto R...
Hoy le he ganado la batalla a la ignorancia, a la inconciencia, a la desidia, a la impotencia, a la verguenza del que no termina porque nunca empieza. Los Astlandticos - Mi primer día
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