lunes, 17 de diciembre de 2012

De un soplo

De un soplo han pasado estos tres meses. Tres meses hace de aquel día en el que escribí con tanto miedo y desatino, el desasosiego de que os fuerais. Es irremediable y lo llevo con bastante resignación.
Esos hipotéticos caminos que todos vamos recorriendo jamás serán compartidos al 100%, ni siquiera un 75 ó 50%. Habéis vuelto un par de veces y parece que cada vez que lo hacéis el tiempo desanda sus pasos y todo retorna su antigua apariencia, mas sé que no es así. Sé que debo disfrutar todo lo que pueda en cada intersección que la vida nos pone y afrontar lo que queda tras vuestra marcha, que no es poco.

Día tras día he sentido mil y una emociones, inefables todas ellas, agolpadas una tras otra, sin orden ni equilibrio. Pero ahora... ahora me enorgullezco de todo quebradero de cabeza acaecido y de toda decisión tomada, por insignificante que fuera.
Otra etapa más en mi vida, otra incierta y difusa, que no sé cuánto abarca exactamente, pero que la siento, la padezco y la vuelvo a analizar. Parece ya como algo recurrente en mi, pero no puedo evitarlo. De cada una aprendo muchísimo y salgo fortalecido.  En cada una algo cambia y esta vez no digo que esos cambios hayan sido ni mejor ni peor. Tan solo han sido; ahí están ocupando una cierta parte de mis pensamientos.
Lo que realmente me parece extraordinario es la novedad. No tanto la incertidumbre que provoca, pero ahí va, formando parte de ella, en mi vida, como una sola cosa, como algo inherente.

Mis prioridades han cambiado. También lo ha hecho mi manera de afrontar los problemas y el cómo éstos me han afectado. Ha cambiado la relación con mis padres y amigos, la distribución de mi tiempo y hasta mi manera de escribir.
Ahora ni yo mismo sé a ciencia cierta algo sobre mí, porque en mi influyen circunstancias tan diversas que dependiendo del qué, del cómo, del cuándo y sobre todo del quién seré uno o seré otro. Me precipito al cambio. Antes lo hacía sin ser consciente, una vez tuve conciencia, siendo reacio, y ahora... precisamente ahora, aún siendo consciente lo asumo y lo disfruto.

Aún conociendo todo el sacrificio que supone, no se me puede apartar la idea de que siempre merecerá la pena. Que dejaremos atrás miles de cosas, decenas de personas, pero aparecerán otras miles y otras cientos, pues "la vida se va destruyendo por un lado y creando por otro", es así, no tiene más. Y nuestro papel en ella es, en base a lo que nos viene "de fábrica" y lo que interiorizamos de manera exógena,  ir amoldándonos  en un incesante juego camaleónico. La adaptación al cambio ha sido y será el motivo por el que nos mantuvimos como animales en el pasado, y nos mantenemos como seres sociales en este mismo presente.

A un ritmo frenético voy descargando mi cabeza sobre el papel. No sé por qué he tenido siempre ese concepto de descargar, si todo lo que voy poniendo aquí lo almaceno en mi cabeza. Pero en fin, qué frenesí.
Cuántos errores cometidos como consecuencia del frenesí. Y ya que piense cada uno en lo que hizo o lo que no hizo. Sorprende cómo pueden llegar a afectarte, a distintos niveles, los errores de otros. Tantos son dichos niveles que uno ya no atina a saber cuál fue el último antes del derrumbamiento.
Esta etapa en la que ahora me encuentro ha traído consigo el mayor derrumbamiento de lo que yo creía más asentando en mi vida. Pero como dije una vez  y digo siempre, contra la erosión podemos luchar, pero hay que tener ganas de hacerlo, por que es lista y en cuanto nos descuidamos, aprovecha para ejercer su destructora acción. Algo se truncó en el transcurso de este jodido tiempo y aunque todavía es pronto para sentenciar nada yo creo tenerlo aceptado... y cada vez más.

Mis fuerzas están repartidas, bifurcadas en muchas vertientes y cada una de ellas continuará portando el mismo caudal de agua.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Sin definición

Amistad. Una de esas palabras cuyo significado ha sido descrito de mil y una formas. Pues ninguna de sus definiciones se acercan lo más mínimo a su verdad, pues en cada uno está el propio significado de la misma.
Fácil de describir cuando se es pequeño e inalcanzable parece a medida que se va creciendo. Relativa como ella misma. No me atrevería a definirla, porque mi definición perpetuaría su sentido y a lo largo de estos años ha tomado muchos.
Se decía que la amistad, si era verdadera, perduraba siempre, pero entonces, hasta que acaba uno no sabe si es verdadera o no (y vuelve a rizarse el rizo con la palabra verdad). En muchas ocasiones creemos que algo es verdadero hasta que deja de serlo, puede ser de un momento a otro o paulatinamente, y entonces acontece el desengaño.
Para mí la amistad depende de muchas cosas, como todo en esta vida. No sólo depende de tu experiencia y momento de la vida, si no de las personas con las que se comparte. Creo guardar una relación de amistad con distintas personas y con ninguna es como con la otra, eso parece reforzar mi "teoría" de que la palabra amistad es indefinible. No hay una única versión de amistad, nos empeñamos en buscar la perfecta, o aquella que creemos perfecta, y no hacemos más que engañarnos. Nos partimos los sesos en contar los amigos que tenemos, y lo que me parece ya el colmo, nos atrevemos a decir cuál es mejor. ¿Pero mejor por qué? Si nadie es mejor que nadie ¿Por qué hacemos ese ranking de valor con las personas a las que consideramos amigas por los motivos que sean?
Y como todo ser humano tiene su momento de preguntarse cosas de indescifrable respuesta, ahí lo dejo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Tocado

Hoy precisamente no. No encuentro la calma, pese a lo impasible de mi rostro. Me muevo despacio y retardado como alma en pena por mi casa, pero mi corazón se agita. Todo el hoy es una duda.
La duda de qué haré cuando mis allegados continúen sus vidas lejos de donde vivo. Evidentemente, continuaré yo con la mía, pero ¿y ese momento de charlar bajo la sombra de un árbol? El teclado no es lo mismo que miraros a la cara, que ver vuestras muecas, que reír por cualquier tontería, respirar y decir "¡og!".  Y decía muy convencido que ocuparía mi tiempo estudiando y centrándome en mí, y lo haré, pero me gusta más la idea de centrarme en mí sabiendo que en cualquier momento puedo echar mano de alguien, aunque sólo sea para sentarnos a fumar. Alguien a quien contarle lo que he hecho en el día por insignificante que parezca, que me escuche aunque no le importe.
La duda de qué hago con aquello que fue tan importante en su día. ¿Debo hacer algo o me tengo que limitar a esperar como siempre? Me ahoga el esperar qué pasará. Y no deseo saberlo pero ¿Qué pasará? ¿Qué será de cada uno de nosotros? Me pareció, un día, muy oportuna la frase de que en la vida entran y salen personas, pero hoy me parece inaguantable la idea de que salgan así sin más. Me deshago en llanto con tan solo pensarlo. De nuevo el tiempo y su particular forma de quebrarme el alma.
Todo el día triste, pensando en el mañana y preocupándome el hoy, con toda la impotencia de cuando se intenta huir en un sueño sabiendo que esto de sueño no tiene nada.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La burla del tiempo

Esa explosión que sucede en nuestro interior cuando los pensamientos -con todo lo que ello conlleva - y los sentimientos, se cruzan en un mismo plano, te deja hundido.
Por un lado, siempre se dice que debemos pensar las cosas antes de hacerlas, y hacerlas conforme a lo que se piensa, complementando en buena medida lo que sintamos. ¿Pero qué pasa, cuando la explosión - o mejor que explosión, erosión - es tal, que por mucho que los sentimientos te inclinen hacia algo, tus pensamientos no pueden estar tranquilos con ese algo? Claro... y planteado así, parece hasta fácil.

Erosión y erosión, por más masilla que intentemos poner, se gasta, y el problema es que se gasta rápido. Una mesa se sostiene gracias a sus cuatro patas, pero si una de ellas cede, mucha suerte tiene que tener la mesa para que se mantenga en pie. Las personas somos como esas patas, y nos afecta de la misma manera el tiempo, con la diferencia de que a nosotros no nos parte, nos cansa.

De un sutil hilo la mesa pende, y el tiempo sigue pasando.

Ahora no

Y otra vez la cadencia de los días me provoca la necesidad del remanso, de acudir a refugiarme en mi mausoleo de pensamientos para calmar el ánimo. Alejarme del nefasto ruido perturbador, de las aguas turbias, del lodo pantanoso asfixiante. Me marcho, para no escuchar réplicas, para empezar los cimientos de un muro que enterrará la pestilencia y la decadencia.
Ahora no. Ahora que tengo ganas de levantarme de la cama, de sonreír por míseros detalles, de dialogar de la vida... ahora no. Ahora que la vida me empuja, y no es en contra del viento, ahora no. Lo siento pero ahora no. No quiero más afirmaciones carentes de fundamentos, no quiero un silencio perpetuo mientras se va haciendo otra cosa, no quiero unirme al vórtice de la negatividad, no quiero girarle la cabeza a la tolerancia... ahora no.
Yo, fango, y entre ambos, un muro... cada vez más alto, cada vez más infranqueable, y peor aún, cada vez más lejos.

domingo, 12 de agosto de 2012

Nunca como antes

El verano, caluroso, desinhibido y tranquilo. Para mí siempre dividido en dos partes, la primera llena de ganas de disfrutarlo y la segunda esperando impaciente que llegue su final. Un trampolín que te sube a lo más alto y un cuerpo que si no adopta la postura correcta impacta estrepitosamente con el agua quedando varado e impotente.
Pero éste está siendo diferente a pesar de que yo sigo siendo el mismo.Ya haré balance una vez se acabe, pero sin duda alguna no es el verano que esperaba y eso me gusta. La desidia y el hastío, sensaciones que cada vez llevo mejor, por que conozco mis posibilidades y acepto con más o menos gratitud aquello que me viene y no puedo evitar. Es una pena que mi situación económica no me permita más momentos de ocio, pero intento aprovechar el tiempo lo mejor que puedo, con la gente que quiero y haciendo cosas que me gustan.
Totalmente cargado de seguridad en mí mismo, cosa que echaba mucho en falta, y con la capacidad de afrontar situaciones difíciles aún sabiendo que llegarán otras a las que tenga que echar el resto. Muy estancado emocionalmente me sentía, pero ya es pasado. El tiempo ha cumplido su misión de apaciguar, me ha brindando el momento y lo he aprovechado. Quería volver a ser el de antes pero ahora soy mejor.

sábado, 11 de agosto de 2012

Tantas cosas

¡Cuántas posibles soluciones a un mismo error! Mil y una maneras de reaccionar, de actuar y de pensar, todas coexistiendo en el caos que se nos torna a veces este mundo. Infinidad de conflictos en todos los niveles: exteriores e interiores, colectivos e individuales, por culpa, miedo, despecho, codicia, soberbia y el más largo etcétera jamás visto. Cada cierto tiempo parece que la vida se encarga de ponerte en una situación incómoda de la cual intentamos salir lo más "airosos" posible sin pararnos a pensar que quizás tengamos que pasar por ella, para que ésta no se vuelva a repetir más.

Evita todo aquello que te disgusta parece ser la máxima en estos tiempos: evita y la solución llegará más tarde. Pero cuando aquello que te disgusta no es algo material e inerte, sino que son personas o más bien la manera de actuar de la persona en cuestión en determinadas situaciones, uno no puede mantenerse en el "evitar", aún menos cuando en tu vida son importantes o les guardas un cierto aprecio.

Los extremos siempre son malos, y tampoco debemos encerrarnos en la idea de que la amistad es para siempre. Podría apoyar esa afirmación si la enfocara en el sentido de: los momentos sumamente gratificantes que has vivido no se olvidan y si están en nuestro recuerdo está en algún lado... pero prefiero pensar que en mi íntimo circo de vida  y no ciclo -  porque a veces es más circo que ciclo - entrarán y, no saldrán, pero sí quedarán latentes los lazos que haya podido crear con otras personas, aunque no esté con ella de la misma manera que estuvimos cuando aquellos lazos se crearon.

Los sentimientos bajos con el tiempo se precipitan y terminan más bajos si cabe. Se regalan sonrisas, no moldes de éstas, a quienes queremos. Los problemas entre nosotros se valoran y se hablan porque de no ser así lo malo se acumula y salta por algún lado. Siendo transparente, demostrando tolerancia y con algunas que otras palabras salidas directamente de lo que se siente y piensa empezar de 0 no siempre significará empezar de la nada, porque ya habremos hecho mucho.

jueves, 5 de julio de 2012

Algo nuevo




Ella metió su mano en la mochila de tela de rayas rojas y amarillas, con cierto aire catalán, y dijo en pocas palabras por qué me recomendaba lo que me estaba dando a los veinte segundos. De todo el argumento me resultó muy gracioso el que incluyera: y como normalmente a los homosexuales les gusta leer a otros homosexuales... Y aquí lo tengo: Antología, de Luis Cernuda.



Sinceramente me sorprendió. Yo sabía que me iba a prestar un libro, lo habíamos hablado, pero no esperaba que fuera de poesía. Los versos nunca han sido mi delirio pero sí reconozco que algunos han producido en mí esa sensación de decir: ¡Qué bonito! o ¡Qué verdad! o cualquiera de las otras mil sensaciones que te puede producir la poesía, los aprecio. Sin embargo, siempre he sido más afín a la prosa, tanto para escribir como para leer. Probablemente si yo hubiera tenido que escoger un libro, dudo que se me ocurriera cogerlo de poesía. Y este es el motivo por el que te agradezco aun más, si cabe, tu recomendación. Otro, es que lo hayas elegido pensando en un autor con el que me pueda sentir identificado. Prometo de disfrutar de la lectura aun sabiendo que en más de una ocasión voy a tener que releer el poema para meditarlo. Seguramente seleccionaré los que más me gusten y los pondré en un sitio que merezca la pena.

Una oportunidad para leer poesía, para disfrutar con algo que para otros es su vida, es decir, aquello por lo que estudian, por lo que desviven, con lo que se deleitan, con lo que se entretienen y por lo que interesan. Por el mundo de las letras y por mi filóloga preferida.






jueves, 28 de junio de 2012

Again

La luna hace ya tiempo que se ha ido y yo aquí, sin desayunar, como hacía tiempo que no estaba: en la intimidad de mi habitación, escuchando mi música, con la cama sin hacer, tecleando y tecleando. Ya no tendré que estar cargando con el portátil de mi hermano de su habitación al salón, ni perdiendo la verticalidad para enchufarlo así como la paciencia con el loco ratón.
Después de no sabría decir cuanto tiempo está arreglado, libre de toda la mierda, tanto digital como física. Ira todo lo lento que le de la gana pero aquí está, brindándome de nuevo la oportunidad de volver a escribir tranquilo, de consultar cualquier duda sin que tenga que esperar que lo desocupen.
Ahora toca recordar cómo se hacían ciertas cosas. Volveré manejar el word... ¡Volver a hacer un Power Point! Y es que hoy en día cualquier estudiante necesita un ordenador. Es verdad eso que dicen algunos de que "siempre" se ha estudiado sin ordenador, pero tenemos que adaptarnos al tiempo en que vivimos: la era tecnológica. Todas las universidades ofrecen una plataforma con infinidad de utilidades y uno piensa: ¿Qué será de aquel que por circunstancias equis no pueda  tener acceso a nada de eso? ¿Se gasta la relativa Beca en irse a un cyber, pide un ordenador prestado, lo pinta?
Verdaderamente quería y, a la vez necesitaba, el ordenador arreglado. Quería porque me entretiene, aunque eso es secundario, y lo necesitaba en un futuro próximo. El año que viene al terminar el grado superior se tiene que entregar un proyecto y no me apetecía nada tener que estar haciéndolo en un ordenador ajeno a deshoras. Por último, estoy en la obligación de dar infinitas gracias a quien me lo ha arreglado.
Rizar el rizo está preparado

martes, 5 de junio de 2012

Siempre las dudas

Qué pocas ganas de contar mi historia y qué ganas de vivirla, de completarla. Completar en el sentido de añadir y no de finalizar. Parece que poco a poco, después de tantos esfuerzos he aprendido a superar la desidia y la monotonía, eso que tanto me perturba-ba, y era tan simple...

Siempre viviré con la inquietud de estar haciendo algo útil, no lo puedo evitar. Aunque invierta todo mi tiempo en intentar hacerlo siempre me quedará el resquemor de no estar haciéndolo bien o de no estar exprimiendo todas mis facultades. A veces pienso: ¿Seré muy autoexigente? – Sin embargo otras pienso: ¿Serás imbécil? Pero la respuesta no es otra que no preguntárselo porque preguntarse cosas que, de ante manos, sabemos  que no podemos respondernos es inútil, es una pérdida de tiempo y es eso precisamente lo que menos quiero perder. Mucho tiempo he pasado preguntándome y el mismo tiempo lo he gastado en buscar respuestas. Pero ya está, no las hay. O eso o no es ahora el momento de responderlas. Sea como sea, estoy aprendiendo a optimizar mi tiempo, a cumplir pequeños deseos y a no quedarme anonadado en las incongruencias de la vida. 

Dar mucha importancia a ciertas cosas es motivo a veces de abandonar otras y de entre esas cosas que abandonamos a veces estamos nosotros mismos. Un poco de confianza en uno mismo nunca viene mal.