El verano, caluroso, desinhibido y tranquilo. Para mí siempre dividido en dos partes, la primera llena de ganas de disfrutarlo y la segunda esperando impaciente que llegue su final. Un trampolín que te sube a lo más alto y un cuerpo que si no adopta la postura correcta impacta estrepitosamente con el agua quedando varado e impotente.
Pero éste está siendo diferente a pesar de que yo sigo siendo el mismo.Ya haré balance una vez se acabe, pero sin duda alguna no es el verano que esperaba y eso me gusta. La desidia y el hastío, sensaciones que cada vez llevo mejor, por que conozco mis posibilidades y acepto con más o menos gratitud aquello que me viene y no puedo evitar. Es una pena que mi situación económica no me permita más momentos de ocio, pero intento aprovechar el tiempo lo mejor que puedo, con la gente que quiero y haciendo cosas que me gustan.
Totalmente cargado de seguridad en mí mismo, cosa que echaba mucho en falta, y con la capacidad de afrontar situaciones difíciles aún sabiendo que llegarán otras a las que tenga que echar el resto. Muy estancado emocionalmente me sentía, pero ya es pasado. El tiempo ha cumplido su misión de apaciguar, me ha brindando el momento y lo he aprovechado. Quería volver a ser el de antes pero ahora soy mejor.
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