Ya pasó junio, con la temida selectividad; julio, con su San Fermín; y agosto, con los 21 días. A uno de septiembre de 2011 llueve desesperadamente pero no me asusto, me asustan más otras cosas que las nubes chocando entre sí descargando su líquido contenido. Hoy comienza la cuenta atrás - aunque mi tendencia sea la de contar hacia adelante -. Una cuenta atrás que, sinceramente, no me apetecía que llegara. Sobre todo por una cosa: la hora en la que abro mis ojos después una ensoñación profunda. Dentro de poco eso se acabará. Pero por otro lado no me parece tan mal puesto que el comienzo del nuevo curso - esta vez nada parecido a lo que ha venido siendo otros años - y su consiguiente desarrolló me mantendrá la cabeza ocupada bastante tiempo: tendré de nuevo obligaciones. Y es que cuando esta bendita época empieza- el verano - todos estamos anhelantes por disfrutar de todo el tiempo del que disponemos, pero tanto tiempo abruma. La vagueza y el aburrimiento acechan en determinados momentos del día y tu pensamiento rebota en tu cabeza una y otra vez sin que aflore nada nuevo. De nuevo el tiempo en sus distintas facetas - esta vez "libre" - me absorta y me sorprende.
Templado.
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