sábado, 15 de septiembre de 2012

Sin definición

Amistad. Una de esas palabras cuyo significado ha sido descrito de mil y una formas. Pues ninguna de sus definiciones se acercan lo más mínimo a su verdad, pues en cada uno está el propio significado de la misma.
Fácil de describir cuando se es pequeño e inalcanzable parece a medida que se va creciendo. Relativa como ella misma. No me atrevería a definirla, porque mi definición perpetuaría su sentido y a lo largo de estos años ha tomado muchos.
Se decía que la amistad, si era verdadera, perduraba siempre, pero entonces, hasta que acaba uno no sabe si es verdadera o no (y vuelve a rizarse el rizo con la palabra verdad). En muchas ocasiones creemos que algo es verdadero hasta que deja de serlo, puede ser de un momento a otro o paulatinamente, y entonces acontece el desengaño.
Para mí la amistad depende de muchas cosas, como todo en esta vida. No sólo depende de tu experiencia y momento de la vida, si no de las personas con las que se comparte. Creo guardar una relación de amistad con distintas personas y con ninguna es como con la otra, eso parece reforzar mi "teoría" de que la palabra amistad es indefinible. No hay una única versión de amistad, nos empeñamos en buscar la perfecta, o aquella que creemos perfecta, y no hacemos más que engañarnos. Nos partimos los sesos en contar los amigos que tenemos, y lo que me parece ya el colmo, nos atrevemos a decir cuál es mejor. ¿Pero mejor por qué? Si nadie es mejor que nadie ¿Por qué hacemos ese ranking de valor con las personas a las que consideramos amigas por los motivos que sean?
Y como todo ser humano tiene su momento de preguntarse cosas de indescifrable respuesta, ahí lo dejo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Tocado

Hoy precisamente no. No encuentro la calma, pese a lo impasible de mi rostro. Me muevo despacio y retardado como alma en pena por mi casa, pero mi corazón se agita. Todo el hoy es una duda.
La duda de qué haré cuando mis allegados continúen sus vidas lejos de donde vivo. Evidentemente, continuaré yo con la mía, pero ¿y ese momento de charlar bajo la sombra de un árbol? El teclado no es lo mismo que miraros a la cara, que ver vuestras muecas, que reír por cualquier tontería, respirar y decir "¡og!".  Y decía muy convencido que ocuparía mi tiempo estudiando y centrándome en mí, y lo haré, pero me gusta más la idea de centrarme en mí sabiendo que en cualquier momento puedo echar mano de alguien, aunque sólo sea para sentarnos a fumar. Alguien a quien contarle lo que he hecho en el día por insignificante que parezca, que me escuche aunque no le importe.
La duda de qué hago con aquello que fue tan importante en su día. ¿Debo hacer algo o me tengo que limitar a esperar como siempre? Me ahoga el esperar qué pasará. Y no deseo saberlo pero ¿Qué pasará? ¿Qué será de cada uno de nosotros? Me pareció, un día, muy oportuna la frase de que en la vida entran y salen personas, pero hoy me parece inaguantable la idea de que salgan así sin más. Me deshago en llanto con tan solo pensarlo. De nuevo el tiempo y su particular forma de quebrarme el alma.
Todo el día triste, pensando en el mañana y preocupándome el hoy, con toda la impotencia de cuando se intenta huir en un sueño sabiendo que esto de sueño no tiene nada.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La burla del tiempo

Esa explosión que sucede en nuestro interior cuando los pensamientos -con todo lo que ello conlleva - y los sentimientos, se cruzan en un mismo plano, te deja hundido.
Por un lado, siempre se dice que debemos pensar las cosas antes de hacerlas, y hacerlas conforme a lo que se piensa, complementando en buena medida lo que sintamos. ¿Pero qué pasa, cuando la explosión - o mejor que explosión, erosión - es tal, que por mucho que los sentimientos te inclinen hacia algo, tus pensamientos no pueden estar tranquilos con ese algo? Claro... y planteado así, parece hasta fácil.

Erosión y erosión, por más masilla que intentemos poner, se gasta, y el problema es que se gasta rápido. Una mesa se sostiene gracias a sus cuatro patas, pero si una de ellas cede, mucha suerte tiene que tener la mesa para que se mantenga en pie. Las personas somos como esas patas, y nos afecta de la misma manera el tiempo, con la diferencia de que a nosotros no nos parte, nos cansa.

De un sutil hilo la mesa pende, y el tiempo sigue pasando.

Ahora no

Y otra vez la cadencia de los días me provoca la necesidad del remanso, de acudir a refugiarme en mi mausoleo de pensamientos para calmar el ánimo. Alejarme del nefasto ruido perturbador, de las aguas turbias, del lodo pantanoso asfixiante. Me marcho, para no escuchar réplicas, para empezar los cimientos de un muro que enterrará la pestilencia y la decadencia.
Ahora no. Ahora que tengo ganas de levantarme de la cama, de sonreír por míseros detalles, de dialogar de la vida... ahora no. Ahora que la vida me empuja, y no es en contra del viento, ahora no. Lo siento pero ahora no. No quiero más afirmaciones carentes de fundamentos, no quiero un silencio perpetuo mientras se va haciendo otra cosa, no quiero unirme al vórtice de la negatividad, no quiero girarle la cabeza a la tolerancia... ahora no.
Yo, fango, y entre ambos, un muro... cada vez más alto, cada vez más infranqueable, y peor aún, cada vez más lejos.