miércoles, 18 de septiembre de 2013

A mis niñas

Y como la mayoría de las veces ocurre: uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Ciertamente no he perdido nada, pero no puedo negar que se acabó. La nostalgia me invade cuando recuerdo el día de la presentación en el Grado Superior de Laboratorio de Diagnóstico.
Me enfrentaba a algo desconocido, y como siempre que me enfrento a algo así, la inquietud me invadía. Había pasado el verano, tres meses hacía desde que terminó ese insufrible segundo de bachillerato que ahora me parece tan insignificante. El bachillerato no había acabado mal, pero tampoco acabó todo lo bien que podría haber acabado. La idea de empezar una carrera que no fuera la que quería por el hecho de que no me diera la nota para la que sí quería, no la contemplaba, así que para no perder el tiempo, – cosa que debemos evitar a toda costa –, decidí echar la solicitud para un Grado Superior en Laboratorio de Diagnóstico. Afortunadamente me aceptaron en la primera adjudicación y formalicé la matrícula.
A 15 de septiembre de hace ya dos años, había quedado en la puerta del instituto con Anabel, una chica que cursó conmigo segundo de bachillerato y que se vio en casi la misma situación que yo.  El tiempo continuó su pretenciosa marcha y todos nos fuimos conociendo cada vez más. Entre risas, apuntes, exámenes y tubos de ensayo pasábamos las horas, los días y los meses, e inevitablemente fuimos forjando amistad. Es imposible plasmar en un texto tantas y tantas anécdotas como ocurrieron en esos dos años, pero puedo asegurar que jamás se irán de mi cabeza.
Con ellas, aprendí de verdad lo que era una clase unida. La convivencia era perfecta. Nunca había malos rollos, y si surgía algún “pique” pronto se solucionaba y volvíamos a estar como siempre. Entre todos nos apoyábamos siempre que podíamos, ya fuera en temas de exámenes o en sentimentales, daba lo mismo. Nadie era capaz de venir un día triste e irse el mismo día sin haber sonreído.
En estos dos años, nunca me ha dado por escribir sobre ellas – mis compañeras – y ahora creo que es el momento de agradecerles el ser como son; a todas y a cada una de ellas. Me habéis hecho sentir muy cómodo. Tanto, que en muy poco tiempo me di cuenta de que, tal cual era con mis amigos de toda la vida, así era con ellas. Y eso no creo que sea algo que se consiga rápido. Pues ustedes los conseguisteis.
Espero poder contar con ustedes siempre, pese a que ahora esté lejos y me pueda pasar mucho tiempo sin veros, porque tengo la certeza de que la amistad que en el laboratorio se creó merece totalmente la pena.
Cristina, Sandra, Desiré, Anabel (la pink), y Elena: muchas gracias por ser como sois.
Os quiero muchísimo.

1 comentario:

  1. Me han entrado unas ganas de llorar horribles... Yo al volver allí, no estar con ustedes y ver las clases y todo desde fuera se me ha hecho un mundo, me hace ver que ese feeling tan especial que tuvimos ha marcado un antes y un después. Somos un grupo unido, que pocas veces nos sentimos así en la vida, encontrar de la nada unas personas increíbles que tú sientes que son de verdad y que van a perdurar toda la vida.
    Echo de menos esas risas, el colegio sin vosotros está vacío y es todo como más triste...
    Ni dudes que vamos a dejar de mantener el contacto, la relación y complicidad que tenemos cada vez que nos juntamos no se debe de perder, porque cada uno aporta algo y es lo que hace que hayamos acumulado tanto momentos únicos en este breve tiempo vivido...
    Siempre tendrás a una amiga para fumarte un sigarrito sin que nos vea naide in the paaarkk (L)

    Elenits!!

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