Hoy ha sido el día en que por fin, he
conocido el laboratorio donde pasaré mis mañanas y tardes, desarrollando mi
labor como personal sanitario: un lugar, no demasiado grande, pues se trata de
un hospital concertado que no recibe un excesivo volumen de muestras; repleto
del aparataje necesario para los análisis, algunos desconocidos aún; y con
trabajadores/as que un día fueron alumnos como yo, en muchos casos del mismo
centro.
Pues las 10:30 era la hora fijada para encontrarnos en el recibidor del hospital. Yo, activando el modo previsor, salí con tiempo de casa para poder encontrar aparcamiento y no pasarme de hora, y como lo encontré rápido pues me fui fumando un cigarro por el camino. Como el aparcamiento lo había encontrado cerca, el cigarro no se había consumido del todo, y como cerca de la misma puerta del hospital ya no se puede fumar, me lo terminé en las afueras del recinto.
Así que ahí iba yo: recién duchado,
con un chicle en el bolsillo para cuando acabara de fumar, con el pantalón más
decente que tengo, la cara despejada, con toda la intención de dar una buena
primera impresión − por lo menos de aspecto−. Y resulta que cuando me termino
el cigarro y me dispongo a entrar, al girarme y sortear el primer escalón, una losa
que no estaba fijada al suelo y que por debajo estaba repletita de agua de
lluvia, escupió toda su agua sobre mis pies y pantalones, casi hasta la
rodilla. En ese momento, miré a mi alrededor y pensé: ¿por qué? Así que como ya
era la hora, me resigné y entré en el hospital un poco mojado, a fin de cuentas
las cosas no siempre salen como uno quiere.
Ni que decir tiene que la motivación
con la que he salido de aquel habitáculo ha sido despampanante. Por fin voy a
poder aplicar mis conocimientos a la vida real y ayudar en la medida de lo
posible a que personas que están padeciendo una enfermedad, encuentren por
medio de su médico la solución o el tratamiento. Por fin, me voy a sentir útil
porque por muy poco que haga, ya estaré haciendo bien.
Lo que empezó siendo un mero puente para acceder a estudios superiores, se ha convertido en uno de mis primeros planteamientos para un futuro próximo. No descarto en ningún momento la opción de estudiar lo que tenía en mente antes de matricularme en Laboratorio, que era Enfermería, pero lo cierto es que cada vez ha ido creciendo más en mi la idea de seguir formándome en el campo del análisis clínico hasta llegar a yo qué sé donde, por que la desinformación muchas veces es tal que no somos conscientes del potencial que tiene lo que estamos haciendo y/o estudiando. Quiero conocer más en profundidad esta profesión a la que le queda un largo camino por delante. El cuerpo humano ofrece una abanico infinito de sustancias, a veces inapreciables, interrelacionadas la mayoría de ellas, y aunque hoy por hoy son muchos los parámetro analíticos que se conocen, quedan muchos más y el avance en esta disciplina supondrá un ahorro importante en el gasto público orientado a la salud, con una disminución en el tiempo de respuesta de una analítica, una mayor precisión en el diagnóstico, lo que supondría una mejor implantación de la terapia y un descenso en el tiempo que se lleva ingresado el paciente.
Incertidumbre es la palabra que primero se me viene a la mente cuando me pongo a barajar todas las posibilidades, jamás tomamos una decisión con el 100% de seguridad, pero debo luchar or la única razón de que lo quiero conseguir y nadie te da las cosas hechas. Hay que moverse, eso es incuestionable y nunca me he sentido más dispuesto.
Primero tengo que decir que a pesar mi solitaria e insulsa última noche en Sevilla me has sacado una risa, corta pero sincera, con la escena de la losa, en serio, parece que lo he visto. Luego, querido, me ha alegrado muchísimo leerte así de contento y motivado, ojalá se me pegue algo, que últimamente buena falta me hace...
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