viernes, 15 de julio de 2011

Un libro extraordinario


La filosofía estudiada en 2º de Bach. puede llegar a ser interesante, pero sobre todo, a mi parecer, cuando el autor que se estudia es Nietzsche, lo es más. Con un lenguaje rebuscado y agresivo en ocasiones, Nietzsche me sorprendió desde el principio, aun más cuando descubrí que dedicó gran parte de su filosofía  a elaborar una argumentada crítica hacia el cristianismo y la Iglesia como institución. Intrigado por saber cómo este filósofo - del que no pude leer más que los textos propuestos para selectividad – trataba el tema del cristianismo y admirado por la descarada forma de pisarlo, sumado a la sorpresa de que una amiga se comprara algunos libros suyos, decidí leer El Anticristo.  Tengo que admitir que su lectura no me ha resultado fácil, ya sea por las palabras empleadas  o por las kilométricas frases en las que a veces te pierdes, teniendo irremediablemente que volver a retomarla. Un exquisito gusto por la subordinación, sí señor.  En cuanto a si es entretenido o no yo prefiero no opinar, la valoración de un libro siempre es algo muy subjetivo. Lo que sí es verdad es que previamente a su lectura se debería leer algo sobre su filosofía y su contexto, porque en ocasiones hace alusiones a personajes o hechos que yo, particularmente, desconocía. Mi profesora de filosofía, cuando le comenté que iba a leer El anticristo me preguntó: ¿Eres cristiano? Mi respuesta fue obvia. Luego me avisó de que la obra tenía momentos de bastante intensidad, digámoslo así: podría herir la sensibilidad. Y como eso de herir la sensibilidad es algo que siempre me ha producido un cierto gusto dejaré algunos pasajes de esta magnífica obra:

Quien buscase signos de que una divinidad irónica mueve sus dedos tras el gran juego del mundo, encontraría un apoyo no pequeño en el enorme signo de interrogación que se llama cristianismo.

El destino del cristianismo consiste en la necesidad de que su propia fe tuviera que volverse tan enferma, baja y vulgar, como enfermas, bajas y vulgares eran las necesidades que con él debían quedar aplacadas.

Todos los conceptos de la Iglesia se hallan reconocidos como lo que son, como la más maligna superchería que existe, realizada con la finalidad desvalorar la naturaleza, los valores naturales;  el sacerdote mismo se halla reconocido como lo que es, como la especia más peligrosa de parásito, como la auténtica araña venenosa de la vida.

¡Qué engendro de falsedad tiene que ser el hombre moderno para no avergonzarse, a pesar de todo, de seguir llamándose cristiano!

La ley, la voluntad de Dios, el libro sagrado, la inspiración – todas ésas son únicamente palabras para designar las condiciones en las que el sacerdote accede al poder, con las que mantiene en pie su poder, - esos conceptos se encuentran en la base de todas las organizaciones sacerdotales, de todas las estructuras de poder sacerdotales o filosófico-sacerdotales. La mentira santa – es común a Confucio, al Código de Manú, a Mahoma, a la Iglesia cristiana-: no falta en Platón. “La verdad existe”: esto significa, en cualquier lugar en que se oiga, el sacerdote miente.

2 comentarios:

  1. Vaya, me alegro de volver por tu reino y encontrarme con algo tan interesante... Ya conoces mi postura compadre, me lo apunto. Un abrazo!

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  2. Estoy deseando empezarlo...No esperaba una reacción menor y es que este filósofo/filólogo se describe únicamente en dos palabras:magnificencia pura.

    "Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes".

    No hace falta que diga el autor de la cita.

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