miércoles, 20 de julio de 2011

Era el momento

Tantos años al lado mía...¿Cuántos años han tenido que pasar para poder interpretar y valorar, a medias, a mi padre? A medias porque no hay persona lo suficientemente cualificada, con los medios suficientes para conocer del todo a naide, y porsupuesto, si ese nadie es mi padre, aun menos. En él se amalgaman infinidad de sentimientos que le son propios por el simple hecho de ser suyos, es decir, de haberlos vivido él. Interioriza cada vivencia de tal manera que terminan todas por convertise en parte de su esencia.  En él queda grabada cada circunstancia hiriente que la vida le acarrea. RECORDAR. Ahora me pregunto qué sera para mi padre recordar: volver a reproducir en su memoria y urgar en aquello que le hace daño o bien.
De la manera que fuese, el desencadenante de todo volver a atrás en el tiempo es el mismo: llanto. En el salón, el gesto que le delata la imninente afluencia de líquido ocular es inclinar ligeramente la cabeza hacia el brazo derecho de la butaca y llevarse el dedo índice un poco más arriba de la ceja. Si por el contrario está de pie, lo primero que hace "antes de", es quitarse las gafas. Sí, lo cierto es que el hombre es emotivo.
Uno de los aspectos que cada vez valoro más de mi padre es el afán de superación - una de las cualidades que Nietzsche atribuía a su "superhombre" - más lejos de que mi padre se acerque lo más mínimo a ese concepto, me veo en la obligación de: quitarme el sombrero, decirle ole, ole y ole, de gritar tres hurras por él.. y de aplaudirte incansablemente papá.
¿Qué más decir tiene? ¿Cómo ha de ser un padre para que su hijo, a la edad de once años, vea en él, y en su madre evidentemente, la seguridad y la confianza suficiente como para confesarle lo que él era? Lo mejor es que todo ha servido para que YO en todo momento sea YO, cosa que él valora mucho.
Nunca jamás se me olvidará que mi propia libertad, cosa que valoro mucho YO, empezó siendo un regalo que me dieron mis padres: mi vida.

viernes, 15 de julio de 2011

Un libro extraordinario


La filosofía estudiada en 2º de Bach. puede llegar a ser interesante, pero sobre todo, a mi parecer, cuando el autor que se estudia es Nietzsche, lo es más. Con un lenguaje rebuscado y agresivo en ocasiones, Nietzsche me sorprendió desde el principio, aun más cuando descubrí que dedicó gran parte de su filosofía  a elaborar una argumentada crítica hacia el cristianismo y la Iglesia como institución. Intrigado por saber cómo este filósofo - del que no pude leer más que los textos propuestos para selectividad – trataba el tema del cristianismo y admirado por la descarada forma de pisarlo, sumado a la sorpresa de que una amiga se comprara algunos libros suyos, decidí leer El Anticristo.  Tengo que admitir que su lectura no me ha resultado fácil, ya sea por las palabras empleadas  o por las kilométricas frases en las que a veces te pierdes, teniendo irremediablemente que volver a retomarla. Un exquisito gusto por la subordinación, sí señor.  En cuanto a si es entretenido o no yo prefiero no opinar, la valoración de un libro siempre es algo muy subjetivo. Lo que sí es verdad es que previamente a su lectura se debería leer algo sobre su filosofía y su contexto, porque en ocasiones hace alusiones a personajes o hechos que yo, particularmente, desconocía. Mi profesora de filosofía, cuando le comenté que iba a leer El anticristo me preguntó: ¿Eres cristiano? Mi respuesta fue obvia. Luego me avisó de que la obra tenía momentos de bastante intensidad, digámoslo así: podría herir la sensibilidad. Y como eso de herir la sensibilidad es algo que siempre me ha producido un cierto gusto dejaré algunos pasajes de esta magnífica obra:

Quien buscase signos de que una divinidad irónica mueve sus dedos tras el gran juego del mundo, encontraría un apoyo no pequeño en el enorme signo de interrogación que se llama cristianismo.

El destino del cristianismo consiste en la necesidad de que su propia fe tuviera que volverse tan enferma, baja y vulgar, como enfermas, bajas y vulgares eran las necesidades que con él debían quedar aplacadas.

Todos los conceptos de la Iglesia se hallan reconocidos como lo que son, como la más maligna superchería que existe, realizada con la finalidad desvalorar la naturaleza, los valores naturales;  el sacerdote mismo se halla reconocido como lo que es, como la especia más peligrosa de parásito, como la auténtica araña venenosa de la vida.

¡Qué engendro de falsedad tiene que ser el hombre moderno para no avergonzarse, a pesar de todo, de seguir llamándose cristiano!

La ley, la voluntad de Dios, el libro sagrado, la inspiración – todas ésas son únicamente palabras para designar las condiciones en las que el sacerdote accede al poder, con las que mantiene en pie su poder, - esos conceptos se encuentran en la base de todas las organizaciones sacerdotales, de todas las estructuras de poder sacerdotales o filosófico-sacerdotales. La mentira santa – es común a Confucio, al Código de Manú, a Mahoma, a la Iglesia cristiana-: no falta en Platón. “La verdad existe”: esto significa, en cualquier lugar en que se oiga, el sacerdote miente.