Ella metió su mano en la mochila de tela de rayas rojas y
amarillas, con cierto aire catalán, y dijo en pocas palabras por qué me
recomendaba lo que me estaba dando a los veinte segundos. De todo el argumento
me resultó muy gracioso el que incluyera: y como normalmente a los homosexuales
les gusta leer a otros homosexuales... Y aquí lo tengo: Antología, de Luis
Cernuda.
Sinceramente me sorprendió. Yo sabía que me iba a prestar un libro, lo habíamos hablado, pero no esperaba que fuera de poesía. Los versos nunca han sido mi delirio pero sí reconozco que algunos han producido en mí esa sensación de decir: ¡Qué bonito! o ¡Qué verdad! o cualquiera de las otras mil sensaciones que te puede producir la poesía, los aprecio. Sin embargo, siempre he sido más afín a la prosa, tanto para escribir como para leer. Probablemente si yo hubiera tenido que escoger un libro, dudo que se me ocurriera cogerlo de poesía. Y este es el motivo por el que te agradezco aun más, si cabe, tu recomendación. Otro, es que lo hayas elegido pensando en un autor con el que me pueda sentir identificado. Prometo de disfrutar de la lectura aun sabiendo que en más de una ocasión voy a tener que releer el poema para meditarlo. Seguramente seleccionaré los que más me gusten y los pondré en un sitio que merezca la pena.
Una oportunidad para leer poesía, para disfrutar con algo que para otros es su vida, es decir, aquello por lo que estudian, por lo que desviven, con lo que se deleitan, con lo que se entretienen y por lo que interesan. Por el mundo de las letras y por mi filóloga preferida.