Aquí, sentado en una clase que no es la mía, esperando a que toque el timbre para dar Química, reflexiono de nuevo sobre un tema que constantemente me asalta: las etapas.
Como en su día dijo Heráclito: "PANTA REI", es decir, todo cambia... y cuánta razón tenía. Pero el centro de la inquietud que me aborda no es si la vida cambia o no, puesto que eso es incuestionable, sino cómo se interpreta y, sobre todo, cómo se valoran estos cambios.
Un dicho popular dice: "más vale malo conocido que bueno por conocer", y persona que lo escucha, persona que asiente con la cabeza. ¿Pero en qué estamos pensando? ¿A caso no vemos que frases como estas son un asalto al afán de superación y, sobre todo, a los cambios? Claro que las consecuencias de un cambio son impredecibles, pero que sean imprevisibles no quiere decir que sean malas. Puede parece evidente, pero en aquellas personas que no arriesgan subyace esta premisa.
Desde pequeño he estado convencido de mi capacidad para adaptarme, pero aquello a lo que te tienes que adaptar cuando tienes esa edad no es comparable a esto. Quedan muy pocos días para la Selectivdad, y sólo unos cuantos meses para mi media-nueva vida. Una vida que se me presenta llena de inseguridades, llena de objetivos y llena de nuevos miedos. Soy consciente de que cuando uno vive el cambio, lo ve todo más combulso y difuso que una vez lo ha pasado, porque el ser humano vive y anlaiza el presente con experiencias pasadas, no con las que todavía no han llegado. Y como el futuro es incierto, sólo me queda desearme suerte y poner empeño en todo aquello que vaya a hacer.
Me quedo con la respuesta de una mujer que fue entrevistada por el programa Españoles por el mundo, a la que se le preguntó si no echaba de menos a las personas con las cuales convivió durante su juventud en España: Sí, pero qué se le va a hacer, la vida es así.